La menopausia no avisa. A veces llega como un huracán silencioso, otras como una niebla que no sabes de dónde salió.
Un día estás riéndote con tus amigas y al siguiente… estás llorando sin saber por qué. El insomnio se instala sin permiso, la energía se escurre entre los dedos, la piel cambia, los recuerdos duelen más, y el cuerpo —ese cuerpo que creías conocer— empieza a hablar otro idioma.
Lo peor es que nadie te lo explicó con claridad.
Nadie te dijo que podías llegar a sentirte invisible.
Que la paciencia se vuelve frágil, que los sofocos no solo son físicos… también emocionales.
Que hay una parte de ti que se va… pero otra que puede despertar más viva que nunca.
La menopausia no es el final de nada. Es el momento exacto en que todo lo que has vivido se convierte en sabiduría.
Es un portal.
Un lugar donde ya no necesitas demostrar nada. Donde puedes soltar la perfección, el peso de cuidar a todos, la culpa de pensar en ti.
A veces me preguntan qué hacer para vivir mejor esta etapa.
Y yo digo: haz espacio para ti. Escucha tu cuerpo. Suelta las exigencias. Celebra tu proceso.
Porque si hay algo que aprendí es que la menopausia no te quita... te revela.
Y detrás de todo eso que parece confusión, hay una mujer nueva… que empieza a florecer.
💌 ¿Te sientes identificada? Comparte este post con otra mujer que también merezca sentirse acompañada. Y si quieres seguir leyendo… vuelve pronto, aquí te espero.
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